HACE 150 AÑOS SE INICIABA LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Publicado el 12 Oct 2014


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10703732_10152851319546458_8002771481768341173_nAutor: Eduardo Nakayama, Presidente de la  Asociacion Cultural Manduará

Un día como hoy 12 de octubre pero del año 1864, estallaba el mayor conflicto internacional de la historia americana: la Guerra de la Triple Alianza, que se inicia oficialmente con la invasión de las tropas imperiales comandadas por el Gral. José Luis Mena Barreto a la Villa de Melo, cabeza del Departamento de Cerro Largo, Uruguay.

La escalada de tensión en la Banda Oriental había comenzado primeramente entre el Uruguay y la Argentina; que pasando de una situación de mutuos reproches a la ruptura diplomática, llegaron incluso a un estado de beligerancia de hecho. Bartolomé Mitre, viejo compañero de armas del rebelde Venancio Flores, colaboraba con él en su lucha contra el gobierno blanco uruguayo, que por su parte protestaba por esta abierta intromisión en una revolución que sin la ayuda de Buenos Aires no tendría ninguna posibilidad de prosperar. El conflicto se prolongaba sin señales de una pronta solución, pese a los intentos de mediación que buscaban erigir a Don Pedro II como árbitro primero, y después al Brigadier General Francisco Solano López, quien había sellado satisfactoriamente años atrás el “Pacto de San José de Flores”.

En este escenario, un acontecimiento político vendría a modificar drásticamente la situación. El 15 de enero de 1864 el gabinete imperial en Río de Janeiro era asumido por Zacarías Góis de Vasconcellos, que modificando la política de no intervención mantenida por los conservadores hasta ese momento, aprestaba al Imperio a meter nuevamente sus narices en los problemas del Plata, y esta vez, acudiendo al llamado de un nuevo e inimaginable aliado: Bartolomé Mitre, que envió a José Mármol en una misión que cumpliría cabalmente su objetivo de llamar la atención del Imperio.

Fue a raíz de esto que el Consejero Saraiva se presentó en Montevideo para exigir reparaciones e indemnizaciones al gobierno blanco uruguayo, por supuestos atropellos cometidos contra súbditos imperiales en la frontera desde hacía más de una década y de cuando al frente del gobierno se encontraba nada menos que el rebelde Venancio Flores del partido colorado. En la cabeza de ninguna persona medianamente entendida cabía que estos reclamos fuesen el verdadero objeto de las pretensiones imperiales. Distintos diplomáticos extranjeros acreditados en Montevideo (entre ellos el Cónsul de Francia Martin Maillefer) informaron a sus cancillerías de la nueva política expansionista del Imperio. Se acercaban negros nubarrones sobre el Plata.

Para el gobierno uruguayo todo estaba oscuro, y la única luz al final del túnel la venían en la lejana Asunción, donde toda su artillería diplomática estaba dirigida a obtener una alianza militar con el Paraguay que les permitiese negociar una salida a esta situación de acogotamiento y presión por parte de sus dos grandes vecinos. El gobierno paraguayo mantuvo su posición de no comprometerse con una alianza pero levantando su voz de protesta cada vez con más fuerza ante la nueva situación geopolítica que lo involucraba y comprometía sus intereses.

El Imperio del Brasil estaba empeñado en intervenir en el Uruguay, ya con la anuencia de la Argentina sellada en el “Pacto Saraiva-Elizalde”. Saraiva dirigió un ultimátum a Montevideo el 4 de agosto de 1864 y las fuerzas militares iniciaban sus aprestos bélicos. En Asunción, las noticias del ultimátum generaron una ola de indignación, no sólo en el gobierno, sino en la sociedad, que seguía de cerca los acontecimientos en el Río de la Plata. El Paraguay, protestaría solemnemente ante este hecho en la memorable nota del 30 de agosto de 1864 dirigida al Brasil, donde además deja sentadas las bases de su ulterior reacción, conforme se desprende del contenido de la nota firmada por el canciller nacional José Berges:

“El gobierno del Paraguay deplora profundamente que el de V.E. haya juzgado oportuno apartarse, en esta ocasión, de la política de moderación, en que debía confiar, ahora más que nunca, después de su adhesión a las estipulaciones del Congreso de Paris. No puede empero, ver con indiferencia y menos consentir que, en ejecución de la alternativa del ultimátum imperial, las fuerzas brasileras, ya sean navales, ya sean terrestres, ocupen parte del territorio de de la República Oriental del Uruguay, ni temporaria, ni permanentemente».

«S.E., el Señor Presidente de la República ordenó al abajo firmado declare a V.E., como representante de S.M. el Emperador del Brasil, que el gobierno de la República del Paraguay considerará cualquier ocupación del territorio oriental por fuerzas imperiales, por los motivos consignados en el ultimátum del 4 del corriente, intimando al gobierno oriental por el ministro plenipotenciario del Emperador en misión especial ante aquel gobierno, como atentatoria del equilibrio de los Estados del Plata, que interesa a la República de Paraguay como garantía de su seguridad, paz y prosperidad, y que protesta de la manera más solemne contra tal acto, descargándose, desde ya, de toda responsabilidad por las ulterioridades de la presente declaración”.

Omitiendo la grave advertencia paraguaya, el Brasil inicia las primeras maniobras y preparativos en la frontera uruguaya en la primera quincena de septiembre de 1864 y finalmente el día que se conmemoraba la Batalla de Sarandí, los brasileños iniciaron su invasión por la Villa de Melo, Departamento de Cerro Largo. El General José Luis Mena Barreto tenía a su cargo una fuerza de 6.000 efectivos, y comandó la fuerza invasora en dos divisiones de infantería el 12 de octubre, retornando a sus líneas para dos días después ocupar definitivamente la ciudad. El 17 de octubre los revolucionarios se apoderaron de la Villa de Salto y el 20 Tamandaré formalizó la alianza con Venancio Flores en las cercanías del Río Santa Lucía, disponiéndose a coordinar el asedio y bombardeo a Paysandú.

En la comunicación de José Berges al representante brasileño César Sauvan Vianna de Lima el 12 de noviembre de 1864, luego de la captura del «Marqués de Olinda», el canciller paraguayo hace expresa mención a la ocupación por fuerzas imperiales de la Villa de Melo, cabeza del Departamento de Cerro Largo «sin previa declaración de guerra ni otro acto público de los que prescribe el derecho de gentes».

Es recurrente leer que el gobierno imperial «se sorprendió» por la captura del «Marqués de Olinda» y que «jamás esperaba que el Paraguay interviniera en el conflicto uruguayo», cosa totalmente improbable puesto que al conocerse la noticia de la intervención brasileña en el Uruguay y la firme postura del Paraguay, periódicos del mundo entero se hacían eco de la posición paraguaya en el conflicto de producirse la invasión brasileña al Uruguay, por lo que nos preguntamos: será posible que en octubre de 1864 en España, al otro lado del Atlántico ya se sabía del próximo paso en la escalada de violencia, mientras que en el Brasil esta situación era desconocida o «inesperada»?, la respuesta es: IMPOSIBLE.

La Gran Epopeya Nacional se extendería hasta el 1 de marzo de 1870, la ocupación militar aliada hasta 1878, mientras que las consecuencias de tan sangriento y desigual enfrentamiento, nos persiguen hasta nuestros días.

FUENTES: «Causas de la Guerra de la Triple Alianza: La Cuestión Oriental» de Eduardo Nakayama / «Paraguay y Brasil: documentos sobre las relaciones binacionales, 1844-1864» de Guido Rodríguez Alcalá y Eduardo Alcázar / «El Mundo Militar: Panorama Universal. Año VI, número 260. Madrid, domingo 30 de octubre de 1864» / “El Drama del 65” de Luis Alberto de Herrera / “Informe de Maillefer, 29 de septiembre de 1864” / “La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca” de Alfredo Castellanos / “Maldita Guerra” de Francisco Doratioto / “”El umbral de la Triple Alianza” de Juan Oribe Stemmer / “La Vieja Trenza” de Sergio Abreu. Artículo de EDUARDO NAKAYAMA, Asociación Cultural Mandu`arâ

IMAGEN: Infografía sobre la invasión brasileña de 1864 sobre el mapa del Ingeniero y Geógrafo francés V. Levassour (1835). Se observa la ubicación de algunas ciudades principales en rojo, la Villa de Melo dentro de un círculo rojo, la marcha de los ejércitos imperiales de octubre y noviembre de 1864 en la Banda Oriental y la trayectoria fluvial de la Escuadra Imperial hasta Paysandú.


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