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Hace 145 años caía sin rendirse empuñando la espada, el Presidente Constitucional de la República del Paraguay, Francisco Solano López.
Luego de 5 años de lucha encarnizada, de resistencia heroica donde todo un pueblo se rehusó a vivir bajo el yugo del invasor, un lustro donde tomaron las armas, hombres, mujeres, niños y ancianos, pues era tal la conciencia de unidad nacional en pos de la defensa de la libertad, soberanía e independencia, que el paraguayo, celoso de su heredad, no dudó en disputar palmo a palmo el sagrado territorio legado por sus ancestros.
Y así fue como los hijos de esta tierra, acostumbrados a hacer historia, desde la Revolución Comunera donde se levantó el 1er grito de libertad en América toda, estos hijos de la madre de ciudades que fundaron, poblaron y defendieron ciudades y regiones hasta la misma capital del Virreinato del Rio de la Plata, esta nación que consiguió su independencia sin derramar una gota de sangre, los paraguayos, los habitantes de la progresista e independiente Primera República de Sudamérica se negaba a desaparecer!
Fue la excusa del invasor venir a libertar al pueblo paraguayo del Tirano, bárbaro y déspota de Lopez; voluntad suscripta por la triplice en un tratado secreto donde como clausula leonina para el «libertado» era la disgregación y repartija de sus territorios a favor del «libertador» ademas de la indemnización y costas producidas por la alianza para la consecución de la «empresa libertadora»; el precio que debió pagar el Paraguay por su libertad lo pago con su sangre y sacrificios jamas igualados, donde el pueblo todo se levantó como ejercito a resistir los embates de ejércitos superiores logística y numéricamente; un lustro tardó la maquinaria aliada de destrucción y aniquilación en dar por terminada esta guerra.
No solo se busco la destrucción física y demográfica del Paraguay sino la destrucción ESPIRITUAL de una nación consciente de su destino, consciente de su sangre y de su tierra, consciente y orgullosa de su nacionalidad, forjada a sangre y fuego durante la colonia,que luchó por el reconocimiento de su independencia y supo progresar y desarrollarse económicamente no obstante su mediterraneidad y los bloqueos y trabas arancelarias impuestas por el sistema colonial español.
Así pues, en Cerro Cora, un puñado de hombre liderados por su Jefe, el Presidente del Paraguay, rindieron el ultimo sacrificio sagrado, en honor a los cientos de miles de paraguayos que durmieron el sueño eterno en las ciudades, esteros, cordilleras y campos de batalla de toda la geografía patria, siendo este el grito rebelde de una raza que se NEGÓ a entregar su bandera, prefiriendo morir espada en mano antes que rendirse ante el infame y ruin invasor; ese sacrificio heroico de defensa y resistencia por el ideal sublime de soberanía e independencia y supervivencia nacional.
Francisco Solano Lopez fue el paraguayo a quien le tocó vivir estas trágicas y cruciales horas en la historia de nuestra nación, un ser humano que llevó sobre sus hombros la responsabilidad de dirigir una prospera nación, una República joven, un estado progresista y un pueblo unido bajo un mismo sentimiento nacional, prueba irrefutable de ello fue la resistencia y la lucha de estos con el y el compromiso de el con estos; imperfecto como el que suscribe y como el amable lector de estas lineas, Francisco Solano fue un hombre con luces y sombras, la historia ya se encargó y se sigue encargando de juzgar y analizar a este hombre cuya figura es la mas gravitante en nuestra historia y que mas pasiones encontradas produce entre los paraguayos; una vez terminada la guerra, un gobierno ilegal y títere se encargó de declararlo traidor a la Patria, fuera de la Ley de Dios y de los hombres; enemigo del genero humano; grosera incoherencia y ofensa histórica la de estos paraguayos que bajo el amparo del invasor declaran traidor a quien disputó palmo a palmo la soberanía ante un enemigo desigual y cobarde.
Mas allá de los análisis históricos sobre las causas de la Guerra y de la conducta de Lopez como Comandante del ejercito nacional, ninguna conclusión puede empañar ni esconder el patriotismo demostrado en este hombre que pudiendo escapar a Europa con su familia, conservando sus riquezas, eligió morir besando la tierra colorada del lejano Cerro Corá, y asi fue como ante la posteridad este hombre pasó a la inmortalidad como el estandarte de la defensa y la lucha por la supervivencia de una NACIONALIDAD, encarnando en su sacrificio la PATRIA misma que rebelde y majestuosa dijo NO a la intimación de rendición; porque en el Altar de la Patria se inmortalizó un pueblo que en efecto jamas se rindio ante el enemigo, siendo esto, la daga que clava el orgullo del invasor imperial quien no consiguió doblegar al Paraguay sino este prefirió morir de pie que vivir de rodillas ante el vencedor
145 años después, aun persisten los ataques de quienes quieren culparlo a el de la Guerra y el exterminio nacional, imputándole a el la saña y barbarie del invasor, imputándole a el la secregacion, el ultraje, la profanación y usurpación groseras de parte del vencedor, pese a que dos de las tres naciones aliadas han reconocido la propia responsabilidad en el conflicto. Que hubiese sido del Paraguay si este se rendía y el Tratado Secreto se cumplia? pues ahí quizás sus detractores hubiesen podido llamar traidor, y a muchos quizás les simpatice dicha idea y hubiesen querido para el Paraguay la mancha infame de la rendición humillante ante el invasor pero para quienes nos sentimos orgullosos de ser hijos de esta tierra, herederos de verdaderos héroes y guerreros, descendientes de excombatientes y residentas, la dignidad nacional esta primera, nadie nos quitara jamas el orgullo de ser paraguayos, amantes de la independencia y de nuestra bandera que fue defendida por los bravos paraguayos del ayer y que hoy palpitan en nuestros corazones como una llama eterna que NADIE pero NADIE JAMAS podrá eclipsar.
JMCT.
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